Viernes Santo. Cicerón dice que la crucifixión era “el más cruel y horroroso de los suplicios”. El crucificado sufría un dolor agudo que iba en aumento mientras no se aflojara la tensión muscular. Para conseguirlo el crucificado debería incorporarse apoyándose en los clavos.
Además los músculos pectorales, agarrotados, apenas podían funcionar. La respiración se hacía cada vez más corta y superficial… la falta de oxígeno en la sangre asfixia… Con esfuerzo sobrehumano Jesús se apoya en las muñecas y los pies enclavados… se incorpora y toma aliento. Quiere hablarnos: “Padre perdonalos…” y este esfuerzo se repite siete veces -las Siete Palabras- renovando el suplicio… y así cada vez que necesitaba respirar… y así tres horas…
Finalmente el corazón de Jesús cansado de luchar cesó de latir… inclinando la cabeza expiró. Causa próxima de la muerte? Paro cardíaco… ¿Causa remota?… la asfixia lenta , inexorable. Era media tarde del viernes 7 de abril del año 30. Murió a los 34 años de edad. Quiénes fueron los responsables? Se ha venido afirmando durante siglos que los judíos. Y no es así. El mismo Jesús lo señala en el tercer anuncio de su pasión: “El Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas (Sanedrín) que lo condenaran a muerte y lo entregarán a los gentiles( Pilato) para que lo crucifiquen” La responsabilidad recae principalmente sobre las autoridades religiosas: El Sanedrín que dictó la sentencia de muerte por envidia rencorosa y secundariamente sobre la autoridad civil: Pilato, que lo mandó ejecutar por cobardía. La responsabilidad “teológica” pone a toda la humanidad y a todos los siglos… el fardo nauseabundo de los pecados cometidos desde el paraíso hasta el juicio final fué la losa invisible que aplastó el cuerpo, el alma y el corazón de Cristo.
Como siempre excelente Padre Juan. Esta oportunidad, más cruel pero real. Gracias bendiciones