Creo que no hace falta decir que la humildad no es lo mismo que humillación. La humildad es un cualidad, la humillación es un mal a desechar. La persona humilde es grande y admirable. La persona que humilla, en cambio, es un tirano sin espacio en la vida. A veces la humidad ha sido entendida como debilidad.. como la actitud de quien agacha la cabeza y calla… de quien lleno de complejos se siente inferior a los otros. Pero el humilde no es el que se desprecia a sí mismo sino el que se aprecia en su justa medida.
El humilde acepta su propia condición y su pequeñez. Y le hace frente. Es ahí, en esa aceptación donde reside la grandeza del humilde. No se como puede sonar esto de la humildad en un empresario importante, en un deportista de élite, en una actriz famosa o en un famoso político.. pero lo que si se es que esta cualidad es imprescindible para todo aquel que quiera realizar algo decente en su vida. Sin humildad no se avanza, no se aprende, se estanca.
Estoy convencido de que la primera prueba de un gran hombre consiste en la humildad. Esa humildad le hace reconocer y valorar el camino recorrido… incluso los éxitos cosechados, pero sin alardear de lo hecho. Sin emborracharse cuando lo alaban por el éxito conseguido… sin que se le suba a la cabeza creyéndose el mejor. Humildad que le da fuerzas para comenzar de nuevo cuando algo no ha salido como debía.
Toda persona que quiera ser alguien en cualquier disciplina necesita armarse de humildad… que es método inteligente de plantarse ante las cosas. La humidad es la garantía de sabiduría.