Al hablar de confianza hay que matizar. Hay grados y grados de confianza. Hay quienes son excesivamente confiados. Hay quienes por el contrario son excesivamente desconfiados… los excesos se pagan. Puede ocurrir que una persona pierda la confianza en alguien a quien se ha confiado totalmente durante toda la vida… Puede ocurrir al revés, que alguien en quien hasta hace poco no confiabas, poco a poco te ha ganado… y ahora es de los de tu confianza… Confiar a alguien tus necesidades supone un alto grado de confianza… de alguna manera supone hacerse vulnerable ante el otro… desnudarse ante el otro. Presentarse a veces como un pobre necesitado. Este alto grado de confianza es un ideal hermoso… hermoso para las parejas donde no hay nada que ocultar… todo es transparente y compartido.
Confiar es aceptar al otro en lo que es, tal como es. Pero hay que decir también que no suele ser frecuente encontrar este grado de confianza entre los grupos… a menudo ni en los mismos matrimonios. Cuando pensamos en personas que han confiado en uno, casi siempre pensamos en nuestros padres. ¿Por qué? Entre lloros y balbuceos experimentamos por primera vez lo que es la confianza. Allí fuimos admirados, abrazados y largamente besados … acogidos tal como somos … El hogar suelo de la confianza…